La ley de la selva

Cuando una sociedad deja de estar regida por la ley y el orden, se produce el colapso, la pérdida de confianza en las instituciones y en la capacidad del sistema para garantizar la seguridad y el bienestar de los ciudadanos.
Es en ese preciso momento cuando rige la “Ley de la Selva”. Expresión metafórica acuñada por Rudyard Kipling en 1984 en ‘El libro de la selva’ y que describe situaciones donde no existen normas, ni autoridad, ni justicia que regule el comportamiento humano y donde la voluntad del más fuerte, se impone sobre la del más débil. De forma que, cuando impera la “Ley de la Selva”, las acciones no tienen consecuencias y generan impunidad, inseguridad y desprotección constante, porque todo, absolutamente todo, sin excepción, nos puede ser arrebatado por la fuerza.
Hoy algunos, sentimos, de forma profunda y con cierta frustración, esa sensación de indefensión, desprotección y vulnerabilidad, que escapa a toda lógica. Más aún cuando ya no se respetan las normas, no hay justicia ni equidad, no existe seguridad jurídica y personal que nos proteja en igualdad, causándonos con ello, un desamparo infinito ante la pasividad inaudita de quiénes deberían protegernos.
Me refiero concretamente a la proliferación en nuestro país, de las ocupaciones ilegales de inmuebles que atentan de forma directa contra el derecho a la propiedad privada. No entraremos a valorar los elementos que hacen que dicha ocupación sea considerada un delito de usurpación (donde se requiere violencia o intimidación y que no se trate de vivienda habitual) o de allanamiento de morada, donde los jueces, en caso de ocupación pacífica, son reacios a calificarlos en este sentido, mientras los procedimientos de desahucio se eternizan y convierten en algo tortuoso, lento e ineficaz para quienes desean recuperar la posesión de lo que es legítimamente suyo por derecho.
Y en este orden de cosas, debemos plantearnos si el derecho a la propiedad privada reconocido por el artículo 33 de nuestra CE y el artículo 17 de la Carta de Derechos Fundamentales de la UE debe ser protegido, o si debe imperar la “Ley de la Selva”. Porque proteger el derecho a la propiedad privada, supone: Incentivar el uso eficiente de los recursos, promover la inversión, el desarrollo económico y la creación de riqueza de una sociedad; Poner en valor los valores democráticos que defienden la mayoría de constituciones y tratados internacionales; Garantizar la autonomía personal frente al poder del Estado, permitiendo crear proyectos de vida propios en libertad; Fomentar la responsabilidad individual y el civismo al dotar a las familias de estabilidad y seguridad; Luchar contra la pobreza y la pérdida de libertades evitando lo sucedido en regímenes comunistas que han suprimido la propiedad privada y con ello han conducido a sus ciudadanos a situaciones de pobreza extrema y represión; Y favorecer la meritocracia al permitir que el esfuerzo tenga recompensa.
En cuanto a la dicotomía entre el derecho a la propiedad privada y el derecho a la vivienda, protegidos ambos constitucionalmente, Matilde Cuenca Casas en su artículo “La ocupación ilegal de inmuebles: un necesario enfoque global” (octubre de 2023), señala que no debemos caer en respuestas simplistas y demagógicas protagonizadas por ciertos sectores de la sociedad que confunden ocupación con pobreza, ya que muchas ocupaciones están instrumentalizadas por mafias que revenden llaves o explotan el sistema. Menos aún que se utilice políticamente este problema sin aplicar soluciones estructurales de fondo, porque no debemos olvidar que el derecho a la vivienda digna es responsabilidad de los poderes públicos y, ante la ineptitud e ineficiencia de aquellos, no debe trasladarse dicha obligación al sector privado. Por ello, defender el derecho a la propiedad no es incompatible con garantizar derechos sociales, sin embargo, tolerar la ocupación sin consecuencias, socava la seguridad jurídica y la convivencia democrática, y nos conduce al imperio de la “Ley de la Selva”.
«La justicia sin la fuerza es impotente: la fuerza sin la justicia es tiranía. Solo cuando la ley reemplaza la ley de la selva puede florecer la libertad» (Theodore Roosevelt).

