ARTICULOS PROPIOS

Recientemente en un foro especializado se me preguntó sobre cómo era posible que en un año de recaudación tributaria récord para el Estado (2024) se manifestaran con tanta virulencia los fenómenos de la ocupación ilegal y otros muchos hechos delictivos derivados aparentemente de la inaccesibilidad a una vivienda que se recogen a diario en todos los medios de comunicación. No soy experto ni en fiscalidad ni en reparto tributario, lo que sí parece patente es que arrastramos un sistema de financiación ineficiente y caduco desde el año 2014; lo que agravia a las Comunidades que no cuentan con recursos ni competencias para afrontar problemas tan graves y que se producen en cascada como son: la migración ilegal, la superpoblación, la masificación, el incremento delictivo, la emergencia habitacional, la ocupación ilegal, el colapso de los recursos primarios y también de los servicios públicos y sistemas asistenciales locales, entre otros. Todas estas cuestiones, según los expertos, son síntomas y consecuencia directa de la inacción pública estatal, y que encuentra su paradigma en la proliferación del sinhogarismo a partir del año 2021 en todas las regiones de España. En un entorno europeo; el sinhogarismo constituye el mayor de los fracasos de un Estado; pero … ¿Cómo hemos llegado hasta aquí? Paradójicamente todos los problemas señalados se manifiestan e identifican en y con los Entes Locales, pero se tratan todas ellas de competencias exclusivas del Estado. Así: la política de fronteras, el otorgamiento de la nacionalidad española, los índices y límites demográficos de España, el ejercicio del poder coercitivo y punitivo de la nación, la Ley de Vivienda, la defensa de la Constitución española, las políticas comunitarias de transición ecológica y el reparto financiero para las políticas asistenciales son, residen y las ejerce unívocamente el Gobierno del Estado. Desgraciadamente Balears es centro y destino de las mafias y rutas de migración ilegales lo que supone que, desde hace años, miles de personas se incorporan a nuestra demografía, siendo 2024 un año tan prolífico que se incrementó hasta en un 168% el índice de migrantes, alcanzando la cifra de 6.000 nuevos residentes en las islas, solo en ese ejercicio. La cuestión no es si queremos sino si podemos acoger dignamente a los migrantes, y además hacerlo sin perjudicarnos. Lo cierto es que en los últimos diez años las islas han recibido más de 130.000 migrantes y números expertos vaticinan que pronto la mayoría de la población balear será de origen extranjero. Es evidente que todos deseamos dignidad y prosperidad a los recién llegados, pero eso supone un proceso arduo y largo como acredita la propia Historia de España y su compleja y belicosa transformación social que supuso un ímprobo esfuerzo para generaciones y generaciones de españoles que hoy ven cómo se les arrebatan por decreto todos sus bienes materiales e inmateriales, a fin de construir una nueva España sin españoles ni herencia. El Acogimiento internacional de migrantes no es una responsabilidad individual de los españoles sino del Estado que cuenta con más recursos que nunca para cumplir con sus deberes de acción pública y asistencia social. Por ello el sinhogarismo se proyecta como la consecuencia directa de una mala gestión pública estatal que no se debe trasvasar a los ciudadanos y menos recortando sus derechos constitucionales como son la tutela judicial efectiva, la propiedad privada y la herencia. Con medios y un 70% de territorio declarado como España vaciada, confiamos en que se reconduzcan todas las políticas estatales y se refuercen los derechos individuales de todos los contribuyentes mediante la urgente promulgación de una Ley Antiocupación para ampararnos bajo el imperio de la Ley y el Orden social. Como balear, considero urgente recuperar nuestra autonomía real para decidir nuestro modelo social intergeneracional. Del aquí y el ahora depende el futuro hábitat de nuestros hijos y nietos, y eso me parece demasiado Tributo al Estado.

La triste pérdida de un ilustre icono del regionalismo balear como lo fue, es y será don Pere Sampol, me impulsa a reflexionar sobre cómo este gran estadista se enfrentaría hoy al enorme reto que supone el actual contexto político y social que titula este artículo. El INE determina que el 30% de los habitantes de nuestras islas son extranjeros, cada año 12.000 nuevos migrantes aumentan este porcentaje. Mallorca roza el millón de habitantes, no en vano en los últimos 10 años más de 130.000 migrantes se han convertido en residentes en las islas Baleares. Casi la mitad de los actuales residentes insulares no ha nacido aquí. Somos la Comunidad Autónoma más mestizada de toda España con el 47% de habitantes no natos en las islas y de mayoría extranjera. Trato de imaginar qué nos diría Pere ante este escenario. ¿Qué opinaría sobre esta migración abusiva que colapsa y masifica nuestras islas? ¿Cómo pondría freno a las mafias de migración organizada que cada día inundan nuestras playas? ¿Cómo protegería nuestra tierra, los espacios públicos y la propiedad privada? ¿De qué manera defendería nuestra lengua en una isla de extranjeros? ¿Cómo lucharía por nuestra cultura y tradiciones si los mallorquines somos cada vez menos? Estimado Señor Sampol, como gran defensor de Mallorca y de los mallorquines, le echamos mucho de menos. Yo también me declaro regionalista, lo soy de mi padre y de mi madre, también de mis hermanos, de mi barrio, mis amigos y de mi colegio. Yo quiero ser autóctono, una persona con identidad propia y sentido de pertenencia. Quiero conocer y saludar a mis vecinos, sentirme seguro con todos ellos en el campo de fútbol, en el bar o en la plaza. Pere, te envidio porque en tus tiempos todo fue natural y sincero. Siento decírtelo, pero han arrasado con todo. De tu legado ya casi no queda nada. Sin mallorquines no hay lengua, no hay cultura ni tradición isleña. Todo se fue en una patera de ida y vuelta. Ahora todo es de todos: los idiomas, las casas, los servicios sociales, las religiones y todo lo demás. Madrid ordena y Baleares se desangra. Allá donde estés no te voy a engañar. En la isla que tanto amaste no quedan mallorquines, ahora todos somos multirraciales, multicolores, multiculturales, multisexo, multilingües y analfabetos. Ya no cuidamos del entorno, no pensamos ni discutimos. Desde Madrid nos dicen que somos tontos e improductivos, que mejor que no trabajemos y así nos darán una paga por no hacer nada. Son tiempos nuevos, donde no hay que esforzarse y mucho menos exigir o reivindicar en favor de los tuyos o de tu tierra. Siento decírtelo, pero los regionalistas se extinguieron. Ya nadie habla de este archipiélago, de su lengua, de su ecosistema y tampoco de nuestra legítima herencia. En tu ausencia el Estado nos impele a renunciar a nuestra Compilación de Derecho Civil Balear y también a nuestra Ley de Sucesiones autóctona. Debo decirte, Pere, que en estas islas ya nadie conoce su Derecho Foral ni reclama sus derechos históricos. De hecho, cada día se okupan e inquiokupan casas y más casas, muchísimas y en todas las islas, pero como los de Madrid dicen que si son vulnerables no pasa nada, pues los pocos autóctonos que somos estamos calladitos, a ver si se pasa el mal rato. Imagino que desde donde estés podrás comprobar que ya no somos llonguets ni pagessos y que nadie baila tus boleros. Los políticos ya no hablan de nosotros sino de los otros. Lo siento mucho muchísimo, pero de tu legado apenas queda nada. Aquí ya nadie habla del hecho insular, de nuestro mar o de nuestra tierra, de los espacios naturales, de nuestra propiedad privada, del pueblo o de la pertenencia. Nadie se atreve a hablar, así es como dilapidan tu herencia. Sin ti, Pere, nadie volverá a hablar del éxodo mallorquín fruto de la hambruna que sufrieron nuestros ancestros, allá en 1890. Sin ti nadie nos contará que las islas son limitadas y no aceptan los excesos. Dime qué opinas de que, desde Madrid, nos obliguen a ser islas masificadas y con fronteras abiertas a toda suerte de mafias. Señor Sampol, debo reconocer cuánto lamento no haber llegado a escuchar lo que Ud., como líder regionalista, hubiera trasladado a las miles de familias que lo han perdido todo por culpa de un inquiokupa disfrazado o de un okupa que por no estar no está ni reconocido ni censado. Dígame, ¿quién ordena este desorden? Ud. fue docto y un avanzado, por eso con o sin su ideario en común somos muchos los que ya le echamos de menos. Porque la tierra no tiene izquierdas ni derechas, tan sólo puntos cardinales que nos ayudan a organizar su legítima defensa. Ya solo somos el 50% pero aquí seguimos y si nos dejan aquí nos quedamos. Nos declaramos «mallorquines», pero es cierto que muy pronto ni en nuestra cuna seremos soberanos. Hemos muerto de éxito y nos han colonizado. Ya nunca sabremos qué pensabas sobre este desgraciado y desagradable eclipse local, se apagó tu voz regionalista y ahora somos islas huérfanas y okupadas. En mi opinión lo que importa no es el color político que uno proclama, sino el amor que uno emana por su tierra y por su gente. Confiemos que aún podamos recuperar, todos a una, el respeto por nuestras islas y aprender a defender lo que siempre fue nuestro para continuar con la labor de nuestros ancestros: transmitir a nuestros herederos su legítimo patrimonio y también nuestros valores, nuestras raíces y esa inconfundible esencia salada. Adiós, Pere Sampol. Las islas te recuerdan.

Desde aquel 7 de diciembre de 1984 en el que una veintena de jóvenes punkis okupó un antiguo ambulatorio abandonado en Barcelona han pasado más de 40 años y el movimiento okupa ya no parece tener nada en común con esas reivindicaciones que gritaban "ni gente sin casas, ni casas sin gentes". Su objetivo era entonces reutilizar edificios vacíos para crear comunidades que desafiaban las normas establecidas del momento. El problema de la vivienda era un problema ya entonces y ellos iniciaron este camino como solución. Ahora, la ocupación se ha despojado de ese aire romántico y se ha convertido en un problema en nuestro país. Hay unanimidad en que la crisis del 2008 sentó un antes y un después. Y para hablar de la de ahora y no de la de antes, contamos con la ayuda de Ricardo Bravo , portavoz de la Plataforma de Afectados por la Ocupación, y con Fausto Oviedo , presidente de la Asociación pro Derecho a la Propiedad Privada de Baleares. "Ni gente sin casas, ni casas sin gentes" En 2024, los delitos por allanamientos y usurpación de vivienda crecieron un 7% con 16.426 casos registrados por las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado y uno de los grandes baches que hay que saltar es la demora con la que la Justicia autoriza el desalojo de los okupas. Por no hablar de la situación en la que muchos propietarios encuentran luego el inmueble. Estos datos resultan sesgados para la Plataforma de Afectados por la Ocupación: "Esta cifra es un número aproximado, solo de delitos que van por la vía judicial , de allanamientos y usurpaciones. En este caso quedarían todas las medidas extrajudiciales, que cada vez se están solicitando más, por una justicia que es muy lenta, que está siempre de cara al okupa y al inquiokupa y dando la espalda a los propietarios, pero a la vez tampoco recoge el fenómeno de la inquiokupación, ni de los vecinos convivientes , que también es una consecuencia social del problema de la ocupación", apunta Ricardo. La diferencia entre allanamiento de morada y usurpación El pasado mes de enero, el BOE publicó una reforma de la Ley de Eficiencia del Servicio de la Justicia con la que se ha abierto la puerta a la esperanza. Pero antes de profundizar, es necesario explicar de qué hablamos cuando diferenciamos entre allanamiento de morada y usurpación. Lo primero es tener claro qué es la morada. Se entiende bajo este concepto todo bien inmueble que se utilice como residencia o domicilio y lugar de realización de actividades privadas. ¿Sería entonces una segunda residencia, una morada? Con la ley en la mano podríamos decir que sí, ya que se entiende como tal cualquier espacio en cuyo propietario pernocte o guarde sus pertenencias.